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El Tren Maya, una de las obras emblemáticas del expresidente Andrés Manuel López Obrador, opera casi totalmente subsidiado por el gobierno federal. En su primer año de funcionamiento, el ferrocarril logró cubrir únicamente el 2.3% de sus gastos operativos a través de la venta de boletos. El resto de los costos, que ascienden a 12 mil 867 millones de pesos, fueron cubiertos por subsidios del gobierno. Esta situación ha generado preocupación sobre la sostenibilidad financiera del proyecto. A pesar de ello, el gobierno sigue apostando por el desarrollo del transporte ferroviario en el sureste mexicano.

Ingresos y gastos del Tren Maya

Según los informes disponibles en la Plataforma Nacional de Transparencia, el Tren Maya generó 299.8 millones de pesos por la venta de boletos y otros productos. Sin embargo, estos ingresos son insuficientes para cubrir los costos de operación, que promedian 151 millones de pesos mensuales. Durante 11 meses de su primer año, el proyecto operó en números rojos. A pesar de estas pérdidas, la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) tiene la meta de movilizar a un millón 200 mil turistas en 2025. Esto implica que el tren continuará dependiendo de subsidios, principalmente provenientes del Derecho de No Residentes (DNR).

Expectativas para el futuro

Las proyecciones indican que el Tren Maya podría alcanzar su punto de equilibrio para 2026, coincidiendo con la entrada en operación del transporte de carga. Este nuevo servicio podría mejorar las finanzas del proyecto, que actualmente dependen en gran medida de los recursos fiscales. Sin embargo, la incertidumbre sobre el futuro financiero persiste. La estrategia del gobierno incluye aumentar los ingresos por la venta de boletos, pero sigue siendo incierto si será suficiente. Mientras tanto, la dependencia de subsidios se mantiene como un tema crítico en el debate público sobre la viabilidad del Tren Maya.

Impacto en la región

El Tren Maya es visto como un motor de desarrollo para el sureste mexicano, pero su dependencia de subsidios plantea preguntas sobre su sostenibilidad. Las comunidades locales esperan beneficios económicos significativos, pero los números actuales sugieren que aún hay un camino largo por recorrer. La construcción y operación del tren han generado empleo y oportunidades, pero la carga financiera recae en el erario. La situación actual podría afectar la percepción pública del proyecto y su futuro. Así, el gobierno federal enfrenta el desafío de equilibrar los costos con los beneficios prometidos.

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